A
LA CIEGA DEL MANZANARES. 303
—Desde luego.
Dijeron varios de los asistentes á la reunión.
-—¿Qué dinero calculas que puede llevar ese se-
- fior?—preguntó Zamarra.
—Según su criado me ha dicho (esto porque yo
le he trabajado bien para que hablase sin sospe-
char), ese caballero sacará de Madrid treinta tale-
gas, y un cofre de alhajas que valen lo menos vein-
te mil duros más.
—¿Estás seguro? —preguntó uno de los ban-
didos.
-—Hombre, yo no los,he contado: hablo por lo
que me han dicho.
—¿Creen ustedes—preguntó entonces Zamarra
—que el asunto vale la pena de salir al camino?
—Desde luego:
—¡Ya lo creo!
—¡Al camino!
Contestaron todos entusiasmados.
—En ese caso—dijo-Zamarra, imponiendo silen-
cio con sus palabras, —vamos á tomar nuestras me-
didas y á preparar el terreno. ]
Reinó profundo silencio durante breves instan-
tes; que Zamarra permaneció meditando con la
frente apoyada sobre la; mano y el codo:en: la
mesa. y
Cuando: levantó la cabeza, todas las miradas es-
taban fijas en él. dé
—Escuchen ustedes, y al que se le ocurra, algu-
na observación, que no deje de hacerla.