LA CIEGA DEL MANZANARES, 307
Estaba compuesta de ocho hombres y el capi-
tán; pero ninguno de ellos estaba reclamado por
la justicia como criminales, ni siquiera eran sospe-
chosos, sino que, antes por el contrario, gozaban
de la estimación de las autoridades por su exage-
rado amor al sistema absoluto y su odio á los cons-
titucionales.
En aquella época de desórdenes, en que la lucha
y la pasión de partido todo lo avasallaba, era es-
te un gran medio para la impunidad de aquellos
bandoleros. i
Zamarra había hecho un detenido estudio al or-
ganizar su banda, y no había cuidado de que fue-
ran castigados, á menos de ser sorprendidos in-
fraganti.
Seis de ellos habitaban en pueblos inmediatos á
Madrid; los otros tres, entre éstos Zamarra, en
la corte. Ma
Cuando el querido de la Tuerta llegó á la venta,
apeóse del caballo, y de un trago apuró un jarro
del mejor vino que el ventero tenía.
—¿Han venido? —preguntó.
—Nadie.
—Bueno; pues que esperen en la sala que da al
patio. Voy á dar una vuelta, y regreso en se-
guida. :
Así diciendo, se colgó de la canana, dos pistolas,
y Salió á la carretera,
Cuando hubo andado un cuarto de legua próxi-
mamente, se detuvo, 4