366 LA CIEGA DEL MANZANARES.
La apariencia de aquel objeto iba precedida de
un exordio largo y misterioso.
Doña Gumersinda había hablado del número 13,
número siempre fatídico para los frailes motilones,
de cosas graves que podían originar una catástrofe.
Se trataba de un hallazgo entre dos escalones que
conducían á la habitación de una familia sospecho-
sa, y por más que la vieja le había visto ya, según
se desprendía de sus palabras, esto no era suficien-
te para tranquilizarle.
La ignorancia de una vieja puede comprometer
á un fraile ignorante también.
Todo esto hacía que el exclaustrado vacilase, y
que aquélla tuviera que repetirle:
—Tome usted, padre.
—Pero...
—No es ningún veneno.
—Es que...
—Usted verá lo que es.
Como sucede generalmente en todos los casos, la
“enriosidad pudo más que el.miedo.
Fray Melitón alargó la mano.
El paquete temblaba entre sus dedos, y más de
una vez estuvo para caer al suelo.
—Desenvuélvale usted sin temor,—le dijo doña
Gumersinda para animarle. 3
Sacando fuerzas de flaqueza, aquél forzó el pa
uete, rompiendo por varios lados el papel, pues
no tuvo tino ni paciencia para desenvolverle.
- Bien pronto apareció el objeto que encerraba.