Full text: Tomo 1 (001)

  
  
  
  
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LA CIEGA DEL MANZANARES. 385 + 
Pero ella se le daba gratis á su confesor. 
Cuando llesó'á su casa estaba el portero liando 
un cigarro, recostado en la puerta de la calle. 
A la sazón canturreaba el Himno de Espartero; 
y estaba 
En la noche más fría y más cruda 
que se ha visto en el siglo presente... 
Aquel pícaro negro sabía tantos himnos como 
ella antífonas. 
Su vista le produjo una impresión desagra- 
dable. 
Acordóse del perro de aguas, que debía estar á 
aquella hora en el Ecuador. 
Murmurando algo parecido á un saludo, y ¡sa- 
be Dios si sería alguna maldición! pasó de ae 
internándose en la escalera. 
Cuando llegó al piso segundo volvió la cabeza, 
asiéndose á la barandilla para no caerse. 
Hay cosas que no se deben ver más que cuando : 
van á exterminarse, y ella no había recibido mi- 
sión de ángel exterminador. 
Pero en aquel momento acudieron á su mente 
las palabras de fray Melitón, y se detuvo. | 
Al detenerse, reflexionó. 
¿Qué necesidad tenía, ni ella ni nadie; de dormir 
sobre un volcán? z ¿ 
¿Por qué, portándose con todo el mundo, sus ve- 
cinas inclusive, como dispone Dios en sus santos 
mandamientos, había de vivir con intranquilidad, 
sin pizca de ei a á merced de una. muchacha, 
TOMO 1, ja 49 
! 
  
 
	        
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