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LA CIEGA DEL MANZANARES. 411
ción y á la venganza, porque las “averiguaciones
que podían conducir á la piedad eran nulas.
Las cárceles y presidios de la Península estaban
ocupados por algunos de los legisladores de Cádiz
y de la Isla, por gran número de patricios ilustres
y personas enteramente inocentes, sujetas á los
más duros tratamientos.
Otros arrastraban en el extranjero la vida del
proscrito, azarosa y llena de privaciones y pena-
lidades. :
No por eso cejaba el empeño de libertad en el
pueblo; entonces se conspiraba más que nunca y
con mayor fo. :
Los pasquines eran cosa cuotidiana, para lo cual
se aprovechaban bien las horas de la noche.
Entre otros, más ó menos ingeniosos Ó amenaza:
dores, una mañana apareció el siguiente, pegado en
una de las puertas de Palacio: - |
«Cristina:
este palacio es de Mina,
y para el mes de Febrero El
vendrá á ocuparle el casero.»
Ya hemos dicho que la desatentada conducta de
aquel rey y de aquel gobierno alentaba la dela-
ción. 4 E,
Nunca, como entonces, se reprodujeron los trein-
ta dineros de Judas que, sembrados diecinueve si-
- glos antes en Jerusalén, habían de dar gran cose- 3% E
cha en todo el mundo. Mi aao