CAPEBULO XXX VI
La bandera y el rosario.
Los retratos que se conservan de la sublime é
ilustre mártir de la libertad, Mariana Pineda, pre-
sentan un semblante simpático más que bello, uno
de esos rostros en los que la gracia reemplaza con
ventaja á la hermosura.
Su educación y la bondad de sus sentimientos ha-
cían que se buscase su trato. :
El que le obtenía, procuraba conservarle.
Su alma, enteramente meridional, alma recta,
joven y fogosa, rechazaba en absoluto aquello que
tendiera á poner trabas al pensamiento.
A menudo decía:
—Puesto que es lo que nos diferencia del bruto,
su freno debe ser la razón y no la fuerza; puede ha-
ber quien no piense bien porignorancia y no por
maldad. ¿Por qué se ha de castigar al ignorante?
El sentimiento de lo justo no se impone; está en el