Full text: Tomo 1 (001)

    
  
LA CIEGA DEL MANZANARES. TI A 
Aquellas amenazas del alcalde no eran más que 
efectos del empeño de arrancarle una mentira por 
el sistema del terror, mentira que comprometiera 
á uno ó muchos infelices á quienes enviar á la hor- 
ca en un buen día de sol, para que los vieran per- 
near á su placer los habitantes de los pueblos cir-. 
cunvecinos. | 
Pero no sucedería así, y cansado de su silencio, 
concluiría por abrir las puertas de la cárcel. 
¡Ah!... No se cumplirían; ¿verdad que no? 
Pues un día resonaron muchas pisadas en el pa- 
“sadizo á que daba la puerta de su prisión. 
Chirrearon cerrojos, se corrieron llaves, y la 
puerta se abrió, apareciendo algunos señores que 
iban atavíados con negras hopalandas. | 
Uno de ellos llevaba un papel en la mano, cuyo 
contenido leyó con voz gangosa. 
¿Qué decía? 
Mariana no pudo explicárselo; no lo entendió 
bien; creyó que soñaba. 
Sacáronla entre todos de la prisión. 
Sin duda iban á ponerla en libertad. 
- Vióse de repente trasladada á un aposento lú- 
.gubre. : 
En él había una mesa con un Santo Cri sto entre 
“cuatro velas de cera amarilla que lanzaban sinies- 
tros resplandores. A 
La esperaban dos hombres vestidos también de. La 
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