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LA CIEGA DEL MANZANARES,
Vamos, ya todo se acabó. Seca tu llanto y págame
con un abrazo el mal rato que me has hecho pasar.
e : Los esposos se abrazaron, y sus lágrimas se con-
fundieron durante breves segundos.
—¡Ea, se acabó! =dijo'él.-—Voy á llamar 4Eli- |
sa para que te desnude, y 'yo me:retiro á descan-
sar, porque á las dóce'tengo que irá Palacioj.me
toca llevar la firma. ¿Ha pasado todo?-
e O Ipasol la condesa enjugando ¡sus lá-
grimas. | 19
—Pues entonces, adiós, Carolina, que pases uy
buena noche; y como mañana vea tus ojos irrita-
dos, como denoten que esta noche has llorado más,
verás lo que te sucede;
Y como si se dirigiese á una niña ia hi-
zo ademán de castigarla.
y 8 La condesa sonrió tristemente, y premió con una;
mirada cariñosa la pastón del conde.
- Un instante después éste salía del aposento, y en-
traba la doncella.
—¿Quiere desnudarse ya la señora?
—Si, Elisa, voy á acostarme.
Media hora más tarde todos dormían en la casa;
todos, menos la condesa, que, envuelta en las blan-
cas sábanas de su lecho, exciamaba:
—¡Esta vida es imposible, la conciencia me ma-
ta! Yo no puedo engañar, no puedo ocultar á un
hombre tan digno que tanto me ama, y. á quien
adoro, el secreto de mi vida.
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TOMO 1. o e : $e:
Para que nuestros lectores conozcan el indicado Po