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LA CIEGA DEL MANZANARES. 543
—SÍ. Pero no como ahora. Y si no, díme, ¿late tu
corazón hoy como hace dos años? ¿Es el mismo pla-
cer el que hoy experimentas á mi lado que el que
antes sentías?
—Yo no sé Angel —dijo Carolina;—no sé si esto
será amor; pero si es amor una sensación que atur-
de y produce ganas de reir y llorar á un tiempo en
presencia de la persona á quien se ama: si amor es
verter raudales de lágrimas en ausencia del ser
querido y no separar un instante el pensamiento.
de él, y tener su imagen aquí—añadió señalando
el corazón;—si amor es éso que yo no puedo expli-
carte, entonces, Angel, tienes razón; te amo. Pero
¿y tú.
o Carolina, hace ya dos años que te adoro y
que vengo soñando con este instante de infinito pla-
cer para mí. ¿Cuándo, me preguntaba constante-
mente, acabará la niña para que nazca la joven,
y la mujer se forme? Y por eso, al verte hoy ga-
llarda, esbelta, hermosa, transformada en un án-.
gel; al ver operado este dichoso cambio, me quedé
frío, cortado, radiante de felicidad, y me guardé to-
dos los besos, el abrazo que venía dispuesto á dar-
te, que tenía guardado en mi alma para tí.
Pero bien mirado, Caroli —prosiguió Angel,
que no cabía en sí de gozo, y cuya pasión se dal )
bordaba,—no veo la razón por qué he de encerrar
en mi alma esas caricias que había soñado para tí.
¿Por quéno he de estrecharte entre mis cOn como
antes hacía? DA