Full text: Tomo 1 (001)

  
  
  
642 : LA CIEGA DEL MANZANARES. 
—Supongo—dijo—que tendrá cierta gravedad 
lo que vas á decirme, y por eso he cerrado al en- 
trar la puerta. 
—Has hecho bien, Amalia; porque, en efecto, lo 
que tengo que decirte es grave. Tú sabes que he- 
mos convenido en el enlace de nuestra hija con el 
conde de Magaz. Yo veía con gusto esa unión, por- 
que por todos lados nos convenía, y á tí había con- 
fiado el asunto, que, á juzgar por tus cartas, mar- 
chaba admirablemente. Ya habrás leído lo que en 
mi última te decía: ese matrimonio es imposible. 
—S$í que lo he leído; y, francamente, no me ex- 
plico la causa. : 
A infeliz! es porque no o: dates lo que sucede, 
es porque lenoras que mi hija, que mi desgraciada 
hija ha faltado á sus deberes y se ha dejado sedu- 
cir por Angel. 
- ¡Oh! ¡qué desgracia, Dios mío! : 
Don Pedro, que esperaba ver impreso el asom- 
bro en el rostro de su esposa, quedó sorprendido al 
notar que ésta acogía con una sonrisa su confesión. 
- —¡Cómo!—exelamó, —¿sabías tú?... 
—Algo más de lo que tú me dices, pues segura- 
mente ignoras que Carolina va á ser madre. 
—¿Qué dices?—exclamó don Pedro saltando de 
su asiento. 
—Lo' que oyes:'—repuso Amalia con gran frial- 
dad; —pero lo que no me has dicho todavía—con- 
tinuó la joven con una calma y una naturalidad 
que helaron la sangre de don Pedro,—es por qué 
 
	        
© 2007 - | IAI SPK
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.