Full text: Tomo 1 (001)

  
  
  
650 LA CIEGA DEL MANZANARES. 
—¡ Imposible! —repitió don Antonio, presa del 
mayor asombro.—¿Imposible has dicho? 
—Así, amigo mío, me lo ha dicho mi hija cuan- 
do la he referido cuanto los dos hablamos. 
—¡Cómo! ¿Ha negado? ... 
—No; ha reconocido su falta; pero añadiendo: 
«Angel no puede ser mi marido; su proceder para 
conmigo le ha cerrado las puertas de mi corazón. 
Si esa falta ha de remediarse por fuerza, mándeme 
á un convento ó cáseme con el conde de Magaz: él 
lo sabe todo, y me ama, no obstante, porque cree 
en mi inocencia, cree la verdad; que he sido vícti- 
ma de una infamia.» 
Como fácilmente se comprende, don Pedro ha- 
blaba instruido por Amalia; es más, no hacía otra 
cosa que repetir las mismas palabras que ésta le 
había enseñado. 
- —Pero, ¿y tu honor?—exclamó don Antonio. 
—Mi honor... — replicó el padre de Carolina. — 
Pues qué, ¿es menos noble el conde de Magaz que 
tu hijo? Si le da él su apellido y la eleva á un ran- 
go que jamás podría soñar uniéndose á Angel... 
—Pedro, mi pobre amigo, te dominan y te lle- 
van por donde quieren. Ni esa es manera de inter- 
pretar el honor, ni es cierto que Carolina prefiere 
á ese conde del demonio, ni es verdad tampoco que 
odie á mi hijo. 
—¡Eso es decirme que miento!—contestó don 
Pedro. da 4 
- —Cálmate: es decirte que despiertes de ese fu- 
  
  
  
  
  
 
	        
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.