Full text: Tomo 1 (001)

  
666 LA CIEGA DEL MANZANARES. 
menores que de la misma persona recibió encargo 
de ocultar. : 
Carolina, con aquel oro, se había ganado la vo- 
luntad de sus carceleras. 
Entregó á éstas gran parte de las alhajas de su 
madre para que las vendiesen. Compró con aquel 
dinero una cama, ropa para lo que naciera, y de 
onzas hizo tres grandes cartuchos, dejándolo dis- 
puesto para cuando llegase el momento terrible de 
separarse de aquel ser que llevaba en sus en- 
trañas. 
Aquel instante llegó; Carolina dió á luz una her- 
mosa niña; hizo bautizar á su hija, dándola el 
nombre de Adela, ya que no podía darla apelli- 
do... La envolvió luego en sus ropitas; trazó con- 
vulsa unas líneas sobre un papel con mano insegu- 
ra y trémula, y ella misma colocó á la niña en una 
canastilla, y en ésta, y entre los pliegues de los. 
pañales de la tierna criatura, las onzas que había 
empaquetado. Después entregó aquel pedazo de su 
alma á una de aquellas mujeres, y cayó casi exá- 
da nime en el lecho. : 
Ocho meses después, el conde de Mag:az regresa- 
ba de Londres, y, loco de satisfacción y orgullo, 
daba su corazón y su nombre á Carolina. 
Esta tuvo el pensamiento de revelarle al conde 
toda la verdad antes de llamarse su esposa, pero 
Amalia, recelando de sus intenciones, la amena- 
  
  
  
  
  
 
	        
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