LA CIEGA DEL MANZANARES. 671
consideraría muy honrada haciendo un favor á esa
señora, dentro de mi nulidad; esto indica que la
aprecio; pero reconociendo todo lo que acaba usted
de decirme, su trato íntimo, ó superficial, me-pro-
duciría un sobresalto continuo.
Por último, después de cambiar algunas otras
frases, Manuel se despidió, quedando más amigo
aún de su inquilina que cuando había entrado.
Doña Andrea hablaba del caso con Isabel, rién-
dose del extraño carácter con que su hijo acababa
de pintarla, cuando llegó la piedra de toque, esto
és, el capitán de ingenieros.
Luis estaba triste, y de no muy buen humor
Encargado por Isabel de practicar las pesquisas
necesarias para el descubrimiento de su hermana,
no tenía ninguna noticia que darle en este sentido,
después de algunos días de inútiles afanes.
La joven no fué dueña de contener una lágrima
que rodó por sus pálidas mejillas, yendo á Caer so-"
bre su labor.
—¡Con mal pie hemos entrado en Madrid! —ex-
- elamó suspirando.—Yo, más afortunada, he halla-
do en seguida protectores que remedien mi desgra-
cia y endulcen mí situación con sus cuidados; pero
¡ella!.... ¿qué destino será el suyo?....
—Isabel—replicó el ingeniero, —no crea usted
que lo que hoy deplora consiste en la falta de dili-
gencia; yo lo siento tanto como usted...