682 LA CIEGA DEL MANZANARES.
durante la comida hacía más gasto de agua que de
vino.
Y... cosa extraordinaria que indicaba una gran
perturbación de espíritu, y una completa corrup-
ción en sus costumbres.
Encontraba bueno todo lo que hacía su criado,
hasta el punto de que en una semana no aplicó
una vez sólo la punta de su bota al centro de gQra-
vedad de aquél.
¿Era aquello un principio de oposición á una
plaza de monje de la Trapa?
Mauricio le miraba con lástima.
Y á fuerza de investigar las causas que podían
originar aquel estado de cosas, creyó haber dado
con la verdad.
Su tío el ministro le había propuesto la podá con
una joven de la. aristocracia. :
¡Ah! El capitán estaba perdido, y él también.
Había que buscar otro nuevo amo.
Desde que hizo tan singular descubrimiento, no
cesaba de hablar mal del O en A
de su amo.
—¿Quién se “casa hasta después de haber cum-
_Plido los treinta años?—decía— Unicamente los
tontos, que son los predestinados, Comprendo que,
siendo joven, lo haga un hombre que no tiene so-.
bre qué caerse muerto, con tal de que su mitad
“le lleve algo; ed un hombre que tiene de qué |
- gastar... 0
a, en un error—lo contestaba Riera —El