Full text: Tomo 1 (001)

  
  
  
LA CIEGA DEL MANZANARES. - Al: 
criaturas? ¡Ay, Dios mio!... tendrán que vender 
candela en el Prado... ó barquillos... ó buñuelos... 
y, ¡es claro! en tal situación no aprenderán á leer 
ni á escribir... ¡del santo temor de Dios no hay que 
hablar!... ¡serán unos!... ¡Dios me perdone!... ¡y 
después de perder sus cuerpos perderán sus almas 
para la vida eterna! ¡Qué porvenir más triste y 
más horrible! 
Por un trabajo mental de deducción, « casi instan- 
táneo, doña Gumersinda veia desarrollarse á sus 
ojos la vida de aquellas criaturas, como se ven los 
cuadros en un cosmorama. 
Primero la venta de candela que se daba enton- 
ces en los paseos públicos para que los fumadores 
encendieran sus cigarros, no estando desarrollada 
aún la industria que ha dado celebridad á Cas- 
cante. | | 
Después los barquillos, las malas compañías, la 
sustracción de pañuelos de los bolsillos de las per- 
sonas descuidadas; luego el robo con fractura, y las 
circunstancias agravantes de escalamiento y noc- 
turnidad; el presidio, como consecuencia inmedia- 
ta, y si robaban en cuadrilla, cadena perpetua, y 
si al robo acompañaba el asesinato con premedita- 
ción y alevosía... 
¡Qué horror! 
Doña Grumersinda los vió sentados en el banquí- 
llo, y con un corbatín de hierro haciendo la última 
mueca, mientras el cura los recomendaba el alma, 
y las madres espectadoras daban azOion:A á sus hijos 
  
 
	        
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