Full text: Tomo 1 (001)

  
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LA CIEGA DEL MANZANARES. 803 
divino á que se sentía uno transportado á veces, al 
terrible averno con sus luchas de pasiones y sus 
castigos, sufrimientos y torturas. ¿Veis esa boca 
de lion finísimos y flexibles, que parecen ence- 
rrar un mundo de delicias? Pues quitadla diez años 
de continuo acariciar, dadle más tesitura, más bri- 
llo, más pureza, si me permitís la palabra, y 
apreciaréis lo que entonces era. ¿Veis lo terso de 
sus mejillas, más blancas que el armiño y más fi- 
nas que el coral? Pues deducid de ellas diez años 
de vasallaje, diez años menos, entregados á besos 
apasionados de vehementes amadores, y podréis 
estimar su perdido mérito. 
Por lo demás, la princesa de entonces era la 
princesa de hoy; tan hermosa, tan fina, de moda- 
les tan distinguidos y de tan arrogante y apuesta 
presencia. 
Vestía Adriana aquella tarde un traje elegantí- 
simo de seda color malva, á la sazón muy en mo- 
da, y encima de él una manteleta de terciopelo 
negro, guarnecida con una finísima piel blanca. 
Sobre su cabeza ostentaba un caprichoso y ancho 
sombrero, también negro, con grandes plumas, las 
cuales iban sujetas al casco con ancha hebilla, for- 
mada de gruesos brillantes, cuyo reflejo deslum- 
braba. Dos magníficas perlas, que parecían arran- 
cadas del seno mismo de Anfítrite, la esposa del 
rey de las aguas, adornaban sus ¿imitan orejas, 
y su mano, breve y de delicadas formas, sujetaba 
abierta una elegante sombrilla de raso blanco, á la. 
 
	        
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