LA CIEGA DEL MANZANARES. ET
Para aquel que no ha amado y no ha visto nun-
ca el dulce objeto de sus sueños, por el cúal daría
su vida, su sangre toda, en posesión de un odioso
rival, este dolor es incomprensible.
Mas para el que lo sufre, es salvaje, irresistible,
eterno,
Vulgarmente se cree que el dolor tiene sus lími-
tes, de los cuales no puede pasar, llegado á los cua-
les se adormece por su propia fuerza y deja des-
vVanecidas y trastornadas las leyes de la vitalidad,
¡Ingenua necedad! La sensación del dolor no lle-
gará nunca á un punto en que se detenga para no
pasar de allí, por muy agudo, por muy atroz que
sea el sufrimiento. El dolor es susceptible de cre-
cer hasta un infinito incomprensible, inconmensu-
rable; es un abismo que no tiene fondo, en que
nunca se llega á lo último. | E
El golpe que termina la vida y el sentimiento,
la desaparición absoluta del individuo, es el único
límite que el dolor tiene. , :
Presa de este martirio, Luciano siguió por espa-
cio de largo rato con la vista fija en el jardín, sin
advertir que los dos jóvenes le habían ya abando-
nado. e aa
Por fin, despertándose de su letargo, y viendo
el jardín solitario, se creyó haber sido juguete de
un sueño, de una pesadilla horrible que le atara-
zaba con un dolor salvaje. :
Después, la reflexión, acudiendo á su 1 esplrita, E
vino á hacerle más cruel de verdad.