Full text: Tomo 1 (001)

  
  
  
  
LA CIEGA DEL MANZANARES. 931 
tdo generoso le había arrastrado un instante, entró 
en su gabinete de trabajo. : 
.—Está bien—dijo, después de haber aplicado 
una mirada al anteojo, que debía hacerle entender 
que la última palabra del despacho fatal para Car- 
ios había sido transmitida;—abhora, ya puedes par- 
tir. La orden que te concierne llegará antes que 
tá. ¡Valor, pues, Carlos, aprovéchate del tiempo 
antes que llegue tu hora! Embriágate de amor, 
PermaÑo con las pruebas de la debilidad de esa 
mujer á quien yo castigaré dejándote correr á tu 
perdición. 
¡En medio de tu alegría y de tu triunfo, no ves, 
necio, que pasa tu sentencia de muerte y mi ven- 
ganza! 
Los días que siguieron á la marcha de Carlos fue- 
ron sombríos para Luciano: tan sombríos como son 
los instantes que pasa el asesino delante de su víc- 
tima, después que la pasión que le ha arrastrado al 
crimen se ha calmado, y la sangre fría le deja con- 
siderar las consecuencias fatales de su acción. 
Así, á la vista de la. joven, Luciano sentía des- 
pertarse en él los remordimientos más grandes. 
Si Clotilde se encontraba alegre y satisfecha, ú 
su imaginación acudían los pesares y sinsabores 
que bien pronto reemplazarían á aquella dulce se- 
guridad. Si, por el contrario, la veía triste y me- 
ditabunda,.. se: acusaba como la única causa de 
aquelloBwpresentimientos que y existoción su 0b9 
IÓN Ol 
   
tios 
 
	        
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