966
AJ fin, á la vuelta de un mes, todos los que pu-
dieran llamarse preliminares estaban hechos. Se
habían instalado las oficinas, se habían impreso los.
prospectos, Memorias y carteles; se había fundado
un periódico, órgano de la Sociedad, y subvencio-
nado á todos los de la localidad, y todo Laa dis-
puesto para dar comienzo á la farsa.
¡Pobre Roberto! No sabía que en aquel negocio
estaban corriendo gran peligro su fortuna, su nom-
bre, su honor y hasta su vida
LA CIEGA DEL MANZANARES.
Se publicaron las bases y condiciones de la So-
ciedad; y tales eran éstas, y tan considerables las
primas, que pronto las acciones emitidas se colo-
caron, llegando á cotizarse á buen tipo.!
—;¡Esto marcha! —exclamaba Roberto á menudo
frotándose las manos. —¡Este David vale un teso-
ro! Yo te prometo—decía ála princesa—que hará
á mi lado su fortuna. :
—¡Ya lo creo! —solía contestar Adriana, procu-
rando ocultar una sonrisa que revelaba claramen-
te su pensamiento. |
En realidad, David se daba las mejores trazas del
mundo para hacer fortuna. Era tanta su elocuen-
cia y tanto su saber, que con la mayor facilidad del
mundo convencía al Consejo de Administración lle-
vándolo por donde deseaba.
- Al mes de constituida la Socied ad, y tras oa
debates, se le dió un voto de confianza para la