Full text: Tomo 2 (002)

  
  
  
    
LA CIEGA DEL MANZANARES. 987 
Todos los días iba á la calle de la Madera, por 
si doña Andrea tenía noticias de su pupila. 
—Si esto sigue así —decía,—voy á enflaquecer: 
es sobrado movimiento para un hombre solo, y de 
hada me sirve que el señorito cuide de mi estóma- 
go, si al mismo tiempo me hace sudar en una hora 
lo que como en un día. 
En una de estas veces en que la viuda estaba 
ausente, tropezó por casualidad con doña Grumer- 
Sinda. 
Sabiendo que era amiga de aquélla, y que debía 
estar en antecedentes, la preguntó por Isabel. 
La buena vieja, que reconoció en seguida en él 
-al que una tarde había tomado por subsecretario 
del ministro de la Gobernación, sabiendo después 
que era ayuda de cámara del capitán, le dijo con 
- bastante mal humor: | 
—¿Y á qué me hace usted esa pregunta? ¿No tie- 
ne usted más medios que yo para saber de esa 
Joven? | 
—¿Más que usted? 
—$SÍ, por cierto: usted está al servicio de don 
Luis Rivera, sobrino del señor ministro 
—$Sin duda. 
—Poco ó mucho, se relacionará tu con su ex- 
- celencia. | ) 
-  —¡Oh!... ¡mucho! —contestó el criado, dándose 
importancia. 
—Pues más medios debe tener el ministro que y 
- yO para “beni, 
  
   
  
  
  
  
  
     
	        
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