Full text: Tomo 2 (002)

  
  
  
    
1009 
—ijA fe que habíamos de hacer un buen viaje! — 
exclamó Carolina, sonriendo á su sobrino. | 
El ministro tuvo que salir, porque un amigo le 
"Ssperaba en el salón. 
LA CIEGA DEL MANZANARES. 
Carolina y Luis quedaron solos. 
Este aproximó más su silla, y la dijo en voz 
baja: 
—Pero tía, ¿qué causa ha podido determinar esa 
Tepentina recaída? | i 
—¿Qué causa? —exclamó aquélla.—¡Si tú lo su- 
Pieras!... ¡acaso no has sido enteramente ajeno 4 
ella! 
—¿Qué dice usted? 
—La verdad. | 
—Esas palabras concuerdan con las que há poco 
Me dirigió mi tío. 
' —¡Cómo! ; : 
—Supone que entre el delirio de que ha sido us - 
ted víctima y mi conducta, hay alguna relación. 
—¡Mi delirio! 
—Parece que algunas palabras de usted bi 
Saron sus sospechas. 
—¡Dios mío! Después de todo, insisto en que tú, 
aunque inconscientemente, has tenido la culpa. 
+1 Lo! y : 
0 0, Luis: sieniendo tus indicaciones, ful pon 
“in pretexto cualquiera, y sin darme á conocer, 
visitar á esa joven. 
—¿A mi Isabel? 
TOMO IT, 
    
   
    
   
  
  
   
   
  
  
   
  
  
  
  
  
   
  
  
  
  
  
   
  
    
	        
© 2007 - | IAI SPK
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.