Full text: Tomo 2 (002)

  
LA CIEGA DEL MANZANARES. 1075 
tantos años... las mataría con sus ardientes refle- 
jos, y entonces la ciencia no podría hacer nada 
contigo; quedarías ciega para siempre... ¿compren- 
des? ¡ciega! 
—¡Qué horror! —exclamó la joven, retrocedien- 
do y cubriéndose los ojos con las tibias manos. 
—¡Adela, ten juicio! —la decía su hermana, aca: 
riciándola, mientras que Luis Rivera la separaba 
del balcón, diciéndola: ] 
-—No destruya. usted en un momento la laborio- 
sa Obra de nuestro querido doctor. 
A A 
Estas juiciosas observaciones la convencieron. 
—SÍ, soy una toca—exclamó.—Perdónenme us- 
tedes todos los que se han desvivido por mí... ya 
veré... veré más que ahora... ¿no es verdad, doc- 
tor?... lo veré todo... ¡qué ambiciosa!... ¡ahora me 
parece poco lo que estoy viendo... y ayer estaba 
ciega!... ¡ 
De pronto enmudeció, al mismo tiempo que se 
daba una palmada en la frente, como si la asalta- 
se en aquel instante un tardío pensamiento. 
Empezó á mirar en torno de sí con ansiedad y 
extrañeza, como buscando á alguno. | 
Después de pasear sus ávidas miradas por todos 
los ángulos de la habitación, exclamó: | 
—Aquí no estamos todos... falta alguien... 
—¿Que falta alguien? E : 
—SÍ: una persona que completaría mi dicha... 
 
	        
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