Full text: Tomo 2 (002)

   
1108 LA CIEGA DEL MANZANARES. 
sonado la campanilla presidencial, multitud de di- 
putados pidieron la palabra para anunciar una 
interpelación. : 
Acudiendo al socorrido recurso de las alusiones, 
lanzábanselas unos á otros, para de esta manera 
  
  
   
  
  
  
  
  
   
    
  
   
   
    
   
   
  
    
  
   
   
   
intervenir en el debate. 
Formulábanse sobre los ministros cargos gravl 
simos, acusándoles de ser ellos, con su desacertada 
conducta, los únicos autores de la continua alarma 
en que vivía el pals. 
No faltó quien les dijera que tenían secuestrada 
á la Reina, y que ya era hora de que tanto abu- 
so como ge cometía en la Hacienda pública se cor- 
tase de raíz, y otras cosas por el estilo de las que 
ea de 2 puede acusarse á los gobiernos. 
lasndo más excitada estaba la Cámara, corrió 
la noticia de que-el Regente se hallaba en el Salón 
de Conferencias. 
Con este motivo se hicieron multitud de comen- 
te rios, e 
voz que dijo con acento de amenaza: 
—No temáis que continuando este Gobierno en 
el poder nos disuelvan. 
El Regente no se atreverá á dar á la nación se 
mejante bofetada. 
le los bancos de la oposición salió una 
  
      
  
  
  
  
  
  
  
   
e 
¿Qué móvil podía ser el del Duque de la -Victo- | 
a, al visitar el Congreso? 
Por la posición que ocupaba no podía intervenir 
en las discusiones, ni mostrarse decidido partida- 
  
  
  
    
 
	        
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