1108 LA CIEGA DEL MANZANARES.
sonado la campanilla presidencial, multitud de di-
putados pidieron la palabra para anunciar una
interpelación. :
Acudiendo al socorrido recurso de las alusiones,
lanzábanselas unos á otros, para de esta manera
intervenir en el debate.
Formulábanse sobre los ministros cargos gravl
simos, acusándoles de ser ellos, con su desacertada
conducta, los únicos autores de la continua alarma
en que vivía el pals.
No faltó quien les dijera que tenían secuestrada
á la Reina, y que ya era hora de que tanto abu-
so como ge cometía en la Hacienda pública se cor-
tase de raíz, y otras cosas por el estilo de las que
ea de 2 puede acusarse á los gobiernos.
lasndo más excitada estaba la Cámara, corrió
la noticia de que-el Regente se hallaba en el Salón
de Conferencias.
Con este motivo se hicieron multitud de comen-
te rios, e
voz que dijo con acento de amenaza:
—No temáis que continuando este Gobierno en
el poder nos disuelvan.
El Regente no se atreverá á dar á la nación se
mejante bofetada.
le los bancos de la oposición salió una
e
¿Qué móvil podía ser el del Duque de la -Victo- |
a, al visitar el Congreso?
Por la posición que ocupaba no podía intervenir
en las discusiones, ni mostrarse decidido partida-