Full text: Tomo 2 (002)

        
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
    
    
     
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En nada de esto pensó Narváez, y sólo deseaba . 
con impaciencia que llegase el momento de tra- 
bar el combate, y de una vez jugar el todo por el 
todo. 
Las tropas de Seoane, llenas de confianza en su 
número, y seguras de derrotar á las de Narváez, 
desde Alcalá avanzaban por la carretera sin adop- 
tar precauciones de ningún género. 
Tanto es así, que se extendían en filas abiertas 
á lo largo del camino, llevando las armas á discre- 
ción. j | 
«Seoane había dividido su caballería y artillería 
en tres partes para que acompañasen á la vanguar- 
pa dia, centro y reserva. ¿ 
S En estas circunstancias se encontraron ambos % 
ejércitos. 
Narváez manda que su artillería, colocada de 
- modo que enfila con sus tiros la carretera, rompa 
el fuego. | 
La voz del cañón atruena el espacio. 
Las tropas de Seone hacen alto, pero cometen 
la imprudencia de no > salir de las cunetas de la ca- 
rretera. 
Su artillería contesta á la de Narváez; mas sus 
disparos no son nada certeros. 
Narváéz comprende que su única salvación es- 
-— táenla torpeza del enemigo, y que si á su reta- Ad 
guardia retumba el cañón, está perdido. 
SA pérdida de tiempo manda cargar á su Ca- 
ballería, que lo hace con extraordinario ímpetu. 
LA CIEGA DEL MANZANARES. 
  
 
	        
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