10 LA CIEGA DEL MANZANARES.
completamente poseído de un extraordinario fervor
religioso.
Su figura edificaba. da
Seguía golpeándose el pecho; pero Ñ mano iz-
quierda estaba escondida. ¡
Se entretenía, menos piadosamente que la otra,
en registrar las profundidades del bolsillo don-
de había visto á la señora guardar el portamo-
nedas.
Al verle en su mística actitud, nadie hubiera
creído que le distrajesen tanto los negocios del
mundo.
Dos ó tres veces volvió la dama la cabeza al oir
que pronunciaba algunas palabras en latín un po-
co estropeado, porque la lengua del Lacio no era
muy conocida en el Barranco de Embajadores
Aquel fervor, tan magistralmente fingido, duró
unos diez minutos próximamente.
El predicador ocupaba la cátedra del Espíritu
Santo, disponiéndose á ensalzar las glorias de la
Virgen de la O, cuando León se puso en pie.
* Sin prisa, y afectando la mayor serenidad, con
la satisfacción de un creyente que ha cumplido sus
deberes religiosos, hizo una humilde reverencia al
Sacramento, expuesto en el altar mayor; otra á la
Virgen, y se dirigió hacia la puerta del templo
con paso mesurado y en medio del mayor recogi-
miento.
Volvió á humedecerse la frente con agua bendi--.
ta, y salió.