hasta que el tiempo y la desgracia « común hic
e olvidar á los os sus mutuas s ofensas.
LA CIEGA DEL MANZANARES; 1217
Esta era la señal de partida, y el carruaje AITan
có al galope por la Ronda.
Dos horas después, la condesa y sus hijas llega-
ban á Pozuelo con el corazón lleno de -intranqui-
lidad. | | ]
Allí se hallaron con la silla de posta, y después
de cambiar de carruaje se alejaron con rapidez.
El consejo de Mauricio había hecho que la con- 0d
desa y sus hijas adoptasen para alejarse de Madrid E z E
el mismo procedimiento que siguió el conde. O
El ánimo de a tE viajeras iba apenado. A
Isabel, abismada en 'sus recuerdos, pensaba lo eS
que sería de Luis en la emigración y lo eo de
su regreso á España. E
A pesar de las esperanzas que con sus palabras 0
intentaba infundirla la condesa, haciéndola a
lo efímero de las situaciones políticas, la joven 0 ha
nocía de sobra que el partido moderado, contando
como contaba con el decidido apoyo de la Reina haa
Madre, acabaría por € eii una situación fuer- a
te y duradera. : a
- Además, bacíala asegurarse en esta, creencia la
manera como había caído del Poder el partida ve La
gresista. | | | E
Sus prohombres se encont ptas dividido] y en-
conados unos contra otros del modo más terrib
No había, pues, que esperar una reconcili
Ni TOMO q