Full text: Tomo 2 (002)

  
  
  
    
LA CIEGA DEL MANZANARES. 11 
La "Puerta le esperaba con impaciencia en los 
escalones al lado de Adela, que seguía tiritando, 
privada del escaso calor que la diera la chaqueta 
de Casimiro. 
—¿Qué hay?—preguntó. ] 
—Ya está hecho—la dijo Leon, sin detenerse.— 
Sígame usted. 
Atravesaron la calle de la Montera, penetrando 
en la de la Aduana. 
Poco antes de llegar al café Francés que había 
entonces á la entrada de: dicha calle, se detu- 
vieron. i 
—¿Y el portamonedas?—preguntó la Tuerta, ba- 
jando la voz. 
—En mi poder. 
Aquélla le miró con orgullo, como la madre de 
los Gracos á sus hijos cuando iban á morir; como 
se mira á un héroe después de ejecutar la hazaña 
que ha de inmortalizarle. 
—¡ Tienes unas manos de oro!-—le dijo sonriendo 
satisfecha, 
—¡El portamonedas pesa! 
—¡Buena señal! 
—Debe contener una cantidad bastante crecida. 
—¡ A ver! ¡á ver! 
Los ojos de la bruja brillaban de sórdida co- 
dicia. Ds . 
Leon sacó el objeto deseado; su vista produjo en. | 
ambos cierta sorpresa, que nada tuvo de agra- 
dable. 
  
	        
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