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LA CIEGA DEL MANZANARES. 151
mas amaba, por lo mismo que adoraba en él esta
señorita.
Lorenzo comprendió entonces por qué Elena ha-
bía dicho á Ángela que si se ponía fea no la querría
Enrique. ]
El padre de Elena, haciéndose cargo de la si-
tuación, no tuvo inconveniente en alejarse de
aquella habitación, dejando solos á los jóvenes.
¡Tendrían tantas cosas que decirse!
- Solas las dos enamoradas parejas, cambiaron sus
impresiones, se refirieron la historia de sus respec-
tivos amores, y tan grande amistad hicieron, que
antes de separarse juraban solemnemente los cua-
tro protegerse en la adversidad como en la bonan-
za, no separarse jamás, seguir la misma suerte, y,
sobre todo, ir juntos á la iglesia á recibir el sacra:
mento del matrimonio.
Sólo hacía horas que Lorenzo y Enrique se co-
nocían, y ya se apreciaban con toda su alma.