Full text: Tomo 2 (002)

  
  
109 LA CIEGA DEL MANZANARES. 
—Toma, curra —le dijo Juan cuando llegó la 
chica — esta caña — y le alargaba una, — por mi 
amigo, que es el muchacho más templao, más hon- 
radote y más bueno que come pan en toda la re- 
dondez de la tierra. 
—Y muy guapo;—añadió la chica, fijando en él 
sus hermosos ojos negros. : 
—Eso, curra, no eres tú la llamada á decirlo, á 
menos que renuncies á mis quereres. 
—¿Pero eso llegará alguna vez? 
—De esos depende; — contestó Juan, señalando 
nuevamente hacia el fondo. ES 
—Pues si en esos consiste, no pasará mucho 
tiempo, porque la cosa marcha. Esta noche... 
precisamente se está dando la última mano al 
asunto. 
—¡Demonio!—exclamó Juan.-- Y nosotros, que 
veníamos á comunicar noticias muy importantes, 
y estamos aquí... luego dirás, curra, que tu Juan 
no te quiere; ¡maldito sea el primer liberal del 
mundo! y : 
—¡Cálmate, hombre; no te oiga alguno de esos 
negros que desde Madrid se nos han colado por 
acá! | i 
—¿Cómo me voy á calmar, si con la prisa ni si- 
quiera me he acordado de leer la contraseña para 
esta noche? 
—¿Y por eso te apuras? 
—¿Te parece que no tengo motivos? 
—Pues claro. Anda para dentro, y con decir al 
     
  
  
  
	        
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