Full text: Tomo 2 (002)

  
     
   
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
     
LA CIEGA DEL MANZANARES. 28% 
  
bro, tales las angustias que sufrió, que sólo una 
naturaleza joven como la suya y una constitución 
como la de que la Providencia la había dotado, 
pudo soportar aquellos sufrimientos. 
El recuerdo de Ángela no se apartaba de su me- 
moria, y se le presentaba la joven confiada á la 
brutal pasión de aquella fiera, causa de sus pesa- 
res, y veía á su padre confundido con lós crimina- 
les en un calabozo, y á su Lorenzo rodeado de pe- 
ligros allá en Andalucía, y, yendo de una en otra, 
su imaginación no descansaba un momento, y sus 
fuerzas debilitábanse ante el dolor y la desespera- 
ción. 
¿Qué porvenir la esperaba? ¿Había de permane- 
cer encerrada en aquella prisión? ¿No volvería á 
ver á su padre? ¿Había de recurrir al hombre á 
quien amaba? 
| ¡Ah—pensaba, —si yo pudiera avisar á Loren- 
ZO; si hubiera probabilidad de escribirle, de pin- 
tarle mi situación, él acudiría en mi socorro, lu- 
Charía con todo, y me devolvería mi libertad, para 
juntos los dos, unidos nuestros esfuerzos, salvar á 
mi padre, á mi infeliz padre, y correr también á 
socorrer á mi desgraciada Ángela. 
¿Y Enrique? Oh, Enrique podía acudir en mi 
auxilio; su posición oficial, su influencia; pero no, 
no,—se decía retorciéndose sus diminutas manos 
en medio de su desesperación.—Ese hombre, ese 
| jorobado, es una persona de gran prestigio, tiene 
mucho poder; ya se lo anunció 4 Angela, y los es- 
  
  
  
 
	        
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