Full text: Tomo 2 (002)

  
  
    
LA CIEGA DEL MANZANARES. 281 
—¡Un ciudadano! —exclamó á su vez el sargen- 
to.—¿Ciudadano, eh? Pues ya te:daré yo ciudada- 
nía. ¡A ver tú, Pepín—gritó á uno de los volunta- 
rios realistas, —coge á este negro y :llévale á la 
cueva, donde te quedarás vigilándole. 
Lorenzo, rojo de ira, quiso resistir; pero un fuer- 
te golpe que con la culata de la escopeta le des- 
] cargó uno de los voluntarios, le hizo comprender 
que no debía oponer por más tiempo resistencia á 
la tiranía de sus opresores. 
- Juan desde el dintel de la puerta de la posada 
presenciaba esta escena, y cuando vió que se lleva- 
ban á Lorenzo, convencido de que lo pasaría muy 
- mal si se presentaba, decidió alejarse precipitada- 
mente de aquel sitio, no sin cargar antes con la 
_maleta de su teniente, donde éste guardaba sus 
ahorros y su ropa. 
Hízolo así, y como el que huye de la quema, no 
tardó en emprender vertiginosa carrera por la ca- 
rretera, desandando una pequeña parte del terreno 
que había corrido en la diligencia, hasta llegar á - 
una venta, donde penetró diligente. 
Pidió una habitación para descansar, y una vez 
-allí, procedió á registrar la maleta, de la cual sacó 
un bolso con dinero y un levitón de Lorenzo que 
se puso y que le llegaba hasta los talones. 
—Muy bien—dijo mirándose de arriba abajo, — 
nadie dirá que no soy un sacamuelas de nacimien- 
to: ahora lo que necesito es un medicamento que 
todo lo cure. 38 
  
	        
© 2007 - | IAI SPK
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.