AS
CAPITULO XXV
La situación se agrava.
Un mes había pasado desde que, gracias á Juan,
pudo Lorenzo reanudar las relaciones con su pro-
metida, relaciones que continuaban por medio de
cartas, que eran llevadas á Madrid por amigos del
señor Ramón, en los cuales plenamente podía con-
fiarse. | | |
Las pasiones no se calmaban; la lucha de los
partidos no se extinguía; antes, por el contrario,
continuaba ardorosa y terrible, y las persecucio-
nes contra los liberales eran cada vez más enér-
gicas y activas, pues el propósito de los defensores
del ya imperante absolutismo no era otro que el de
acabar con el partido constitucional 4 fuerza de
castigos ejemplares. Oy
En Toledo hacía Lorenzo una vida de reclusión
que no podía menos de ser perjudicial para su sa-
lud. Verdad es que tanto el señor Ramón como el