|
|
ls
LA CIEGA DEL MANZANARES. 39
estimación. No só si habrá usted oído hablar de un
duelo que tuve hace algunos meses con el marqués
de Mazarroja... OS ]
SÍ... creo que había de por medio una mujer.
—Era esa. | ) |
-—¿Y has ido á enamorarte de una . mujer que
compromete á dos jóvenes? |
-—Yo no la conocía entonces: el marqués le. ha-
bía robado aquella tarde, la misma que pisaba Ma-
drid por primera vez. |
Aquella noche nos dió una cena á varios amigos |
para presentárnosla antes de abusar de ella.
Semejante acción era indigna de un caballero,
tratándose de una joven honrada gus no tenía á su
lado quien la defendiera.
Pero este parecer mío ofendió al marqués, y fué
causa de que nos batiéramos aquella misma noche.
La suerte me fué propicia, y sai llevándome á
la joven de un sitio donde peligraba su virtud.
No tenía asilo que ofrecerla, cuando de repente
me acordó de una señora cuyo marido fué De
de mi tío, y la llevé á su casa.
Juro que hasta entonces aquella mujer no me
había inspirado más que compasión, y que salvé
su honor como hubiera salvado el de una hermana A
mía.
—¡Bravo, lo la condesa condiéndo- |
le la mano.—¡Esa acción te honra!
pe joven estaba aquí sin recursos; no quería CO
ser gravosa á la persona en cuya casa había halla-