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LA CIEGA DEL MANZANARES. 4817
Don Félix se encogió de hombros, y la directora
no pudo contener una exclamación de asombro.
Mauricio prosiguió diciendo:
—Los intereses de las familias aristocráticas es-
tán directamente relacionados con los de la alta
política, y, por lo tanto, con los de la nación. ¡
Isabel escuchaba con asombro las palabras del
ayuda de cámara de Rivera, pensando:
—i¡Qué tengo yo que ver con el Estado, ni qué
daño puede causarle una pobre huérfana!
—Veo que ustedes no me han comprendido; —
añadió el ayuda de cámara fijándose en la extra-
fñieza que sus palabras causaron á los circunstantes.
—En efecto, no le hemos comprendido; —repuso
don Félix sonriendo.
—Me explicaré.
-—Hay cosas que sólo conocemos los que estamos
al corriente de lo que ocurre en las altas esferas de
la política. De esta joven está enamorado un caba-
llero perteneciente á nuestra más linajuda nobleza.
A todo esto Mauricio accionaba lo mismo que un
cómico malo cuando se posee del papel que repre-
senta. A
Interesado el ministro, y por lo tanto > Gobier-
no, en cortar esos amores, ha tomado en su alta
sabiduría las medidas que le han parecido más
acertadas. |
—No veo esa sabiduría o don Félix al
oído de la directora. |
Doña Jacinta se sonrió, munátando;