Full text: Tomo 2 (002)

A 
  
  
  
    
«LA CIEGA DEL MANZANARES. 503 
El cabo, después de colocar convenientemente á 
sus/soldados para recibir á las presas, dirigiéndose 
á la directora, profirió: | 
—Con permiso de usted, voy á nombrar y hacer- 
me Cargo de la presas que formarán la conducción, 
y 4 identificar sus personas. | 
—Cumpla usted con su deber. 
Acto seguido, con voz clara y sonora, comenzó 
| á leer los nombres de las incluídas en la lista. 
Una por una fueron saliendo del grupo que for- 
maban sus compañeras, después de despedirse de 
ellas. 
| El corazón de muchas infelices latía con violen- 
h cia, temiendo verse incluídas en la fatal relación. - 
| Al reunirse cuatro presas, el sargento, después 
de entregárselas á una pareja, seguía leyendo: 
—«¡Isabel Bueno!»-—exclamó al fin. 
Entonces Dolores, enjugándose las lág rimas con 
la punta del delantal, exclamó: 
—Servidora;—y con. paso seguro se encaminó 
adonde estaban los soldados. | 
| Doña Jacinta, al ver aquella acción, contuvo en 
su garganta una exclamación de asombro, y an 
| un paso para detener á la gallega. 
| Ésta, conociendo la intención de la directora, se 
| arrojó sobre élla, echándola los brazos al cuello, y - 
e dando salida á sus lágrimas, exclamó en voz baja: 
| | —¡Por Dios, doña Jacinta, cállese usted! Es el 
| único medio que tengo de pagar un servicio reci- 
bido, y al mismo tiempo de librarme del crimen. E 
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