LA CIEGA DEL MANZANARES. 5217
Tengo más hambre que cuando atacamos las lÍ-
neas de Arlabán.
—Entonces debe ser mucha—repuso el coronel,
—porque aquella tenía algunos meses de atraso.
—¿Y sed? —preguntó el general. |
—Está en relación con el apetito —repuso el jo-
ven, apurando una copa de vino de un solo trago.
El coronel miró al general, como diciéndole:
—Antes de que lleguemos á los postres, el mozo
está embriagado. :
—¿Se puede saber el objeto de su ida á París? —
le preguntó el general. |
—Es muy largo de contar;: Sn
—Vamos, algún asunto de interés para el Gro-
bierno. | e A
Si es así, no queremos que por complacernos,
falte usted á su deber; —agregó el coronel.
—¿Y para qué iban á confiarme á mí asuntos
importantes? —repuso Rivera con indiferencia.
—Como dicen que en París se conspira, —mur-
muró el general.
—¡Cuándo no es Pascua!
—Y en Madrid también se conspira.
—Al menos yo lo a haciendo siempre—
agregó Rivera. NE |
—¡Usted!—exclamaron sus COmpañeros de mesa.
Sí, señor. E
Les juro á ustedes que no hago otra cosa. |
En cuanto veo una mujer bonita que me gusta,
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ya estoy conspirando por conseguirla.