LA CIEGA DEL MANZANARES. 529
—Que será conocida en Madrid,—balbuceó el
coronel. j ,
—No lo: creo así; mas si ustedes.me dan: su pa-
labra de guardar el secreto, les complaceré.
—Cuente usted con ella, — repusieron los dos
á una.
—Pues allá va.
Una noche ví en el teatro del Principe. A una
) 3% mujer. ! :
po ¡Qué «mujer! señores, ¡qué HrjO lt prosicaló
Luis haciendo ademanes ponderativos.
No he visto en mi vida nada más hermoso.
- Viéndola á ella, comprendo que los musulmanes
se entusiasmen recordando las huríes del paraíso.
—Nada, será: cosa de, destapar una botella. de
Champagne á la salud de esa.reina de la hermo-
sura,—exclamó el general.
—Aunque sean dos, —repuso Rivera, lo las vez
que pensaba: ¡
¡Qué tunos! Siguen desconfiando de mí, y quie-
ren embriagarme.
Ya veremos quién cae primero.
Después de apurada la botella del ute: vi-
no, Rivera prosiguió: |
—La hermosura de la dama me cautivó de tal 6
manera, que en aquel momento hubiera sido capaz
hasta de casarme con ella. > 10]
Con esto está dicho todo. denia?
—¡Donosa ocurrencia! il
—¡Soy así; muy impresionable!
TOMO 1.