Full text: Tomo 2 (002)

  
  
    
LA CIEGA DEL' MANZANARES. o) 
Estaba solo. 
—Ahora me toca á mis=se dijo, y con «mucho 
cuidado aplicó:el: oído 4:1a pared. | 
Momentos después percibía el siguiente diálogo 
sostenido por los dos conspiradores:- 
—Hemos.sido demasiado suspicaces sospechando 
de ese. muchacho; —decía el general. | 
—Es un cabeza rota que no piensa más a en 
divertirse; ;—agregó su compañero.” | q 
Pero bueno es estar prevenidos, pues en estos 
tiempos toda precaución es poca. 
Rivera se decía: 
—Se tragaron la píldora: no sirvo para general 
en jefe, pero sé engañar al enemigo. 
—Lo que por nuestra parte debemos hacer, es 
procurar que ese joven no sospeche de nosotros; — 
continuó diciendo el coronel. 
—Nada más fácil. j 
—Nosotros no tenemos prisa: el golpe. no ha de 
darse hasta algunos días después de nuestra lle- 
gada; por lo tanto, haremos el viaje Juntos; y de . 
ese modo le vigilamos. | 
—No me parece mala esa idea. 
—Ni á mí tampoco que me descubráis vuestros 
+ propósitos; —repuso Rivera. 
-_—¿Y quién sabe si el viajar juntos podi servir- 
nos de algo? Pues si habla con el ministro de las 
peripecias del viaje, es lo más probable que le diga 
que vino en nuestra compañía. 
_ Esto nos pone al abrigo de toda sospecha. 
  
  
  
  
  
  
  
   
    
  
  
 
	        
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