Full text: Tomo 2 (002)

  
  
  
   
LA CIEGA DEL MANZANARES. 55 
Estoy tan arrepentida de haberle dado oídos, que 
quisiera, por más que yo moriría si tal sucediese, 
que en un breve plazo llegara á olvidarse de mí. 
Isabel: sollozaba al pronunciar. estas palabras, 
unido lo cual 4 su dolorido acento, indicaba que 
la salían del corazón. 
La condesa estaba ya convencida completamen- 
   
te de-que era una joven digna y honrada, que 
amaba de veras, y que la ambición de lograr un 
gran porvenir no había entrado en sus cálculos. 
- ¿Pero usted tiene fe en ese joven?—preg untó. 
—¡Una fe ciega! | : 
—¿Oree que la olvidará?... 
—De ningún modo. | 
—¿0 que cedería á las exigencias. de su familia 
si llegara á enterarse? 
—Mo parece que no... Y este es mi remor dimien- 
LO... mi pesar. | de 
—Tal vez sus deudos vieran “en usted una com- 
pañera digna de él. > ] 
-—¡Ah, señora, no me hago ilusiones!... Se opon- 
drán...; y es lógico que así suceda! Yo misma, si 
tuviera un hijo, quisiera verle unido á una prince-- 
. $4, con tal de que le amase. | | 
No se podía ser más franca, más explícita. | 
Ella misma admitía la oposición de la familia de 
Luis; la disculpaba, y hasta extrañaría quo apa- eS 
-drinasen aquella boda. ? | 
  
  
  
  
     
	        
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