Full text: Tomo 2 (002)

  
  
5712 LA CIEGA DEL MANZANARES, 
En su rostro no se reflejaba ya el mismo entu- 
siasmo con que entraron en Palacio. 
El general Concha había concebido un nuevo 
proyecto, y exclamó: , 
—¿Qué noticias tiene usted de los cantones? 
—Ninguna, mi general. | 
—No importa; —y dando frente á la escalera 
gritó: 
Teniente Boria, siga usted atacando. 
Entreténgame usted á Dulce, dE 
—No hay miedo, mi general, —repuso el teniente. 
—Yo no podré subir, pero los aladarderos no ba- 
jarán. 
En estose oyó el agudo sonido de una corneta 
/Qque tocaba «alto el fuego.» 
Los soldados de Boria y los alabarderos dejaron 
de disparar sus armas. 
Mauricio en aquel instante vió el cielo abierto, y 
se dijo: 
—Aqui sobra uno—y acto seguido salió corrien 
do por la plaza de la Armería. 
  
 
	        
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