596 LA CIEGA DEL MANZANARES.
Recordó los muchos servicios que había presta-
do á la patria; mas todo fué en vano. e
El tribunal condenó á.muerte al heroe de Belas-
coain, como no podía menos de hacerlo con arre-
glo á la Ordenanza.
Con ánimo sereno escuchó León la lectura de la
sentencia.
—Hé aquí —exclamó—el premio de haber pe-
«leado sicte años por la libertad de mi patria.
Al saber que la sentencia debía ejecutarse al si-
guiente día, pidió que le dejasen solo.
Púsose á escribir varias cartas para su familia y
amigos. ]
Al llegar á de de su esposa, tiró la pluma ner-
viosamente, y descargando un golpe sobre la me-
sa exclamó: ¡
—¡Y he de morir yo!
Mas serenándose, hizo un gesto de indiferencia,
agregando:
—¡Así lo quiere mi suerte!
Esta fué la única exclamación de furor que hizo
durante el tiempo que estuvo en capilla.
León, como muy amante que éra de su familia,
más que por él, sentía perder la existencia por la
orfandad en que quedaban sus hijos. E
En una de sus disposiciones decía que era su úl-
tima voluntad, que ninguno de sus hijos siguiese
la carrera militar, y que todos viviesen apartados
de la política. LASTd
- Durante el tiempo qn estuvo en capilla no se