Full text: Tomo 2 (002)

LA CIEGA DEL MANZANARES. 599 
se una reliquia, y al morir mandó que se le entre- 
vasen al segundo conde de Belascoain. 
Un gentío inmenso llenaba el trayecto que León 
tenía que recorrer. 
En el rostro de todos los espectadores se refieja- 
ba la más profunda tristeza, y se hacían comenta» 
rios que favorecían poco al Regente. 
Cerca de las dos de la tarde llegó el poda. á la 
puerta de Toledo, que era el sitio señalado para la 
ejecución. | 
Al acercarse al cuadro que formaban las sropas, 
observando León que cada vez era mayor el des- 
fallecimiento que se apoderaba de Roncali, ex- 
clamó: | Jah: | 
—¡Alma, Federico, que esta no es ocasión de 
abatirse! | 
Roncali, por toda respuestay se abrazó á él.. 
Siguieron andando, y poco después se abrían 
las filas del cuadro para darles paso. 
León, al ver el piquete que había de hacerle 
fuego, exclamó, dirigiéndose á Roncali: 
—Camarada, ¿sabes que se me figura que. no me 
han de dar? 
¡Son tantas las veces que me han tirado de cer-. 
ea y no me han acertado!.... : | > 
Roncali y León se abrazaron por última. vez. 
Con paso firme y la frente alta, el conde de Be- 
lascoain se colocó en el sitio donde debía morir. 
 
	        
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