Full text: Tomo 2 (002)

  
  
  
LA CIEGA DEL MANZANARES. 635 
En los pueblos del tránsito te enteras, sin ha- 
certe sospechoso, de qué día pasó por allí la con- 
ducción, y sabiendo que éstas no caminan más de 
cuatro leguas diarias, puedes calcular la distancia 
que te lleven de ventaja. 
Una vez que te encuentres en el mismo pueblo 
- que Isabel, fácil te será entenderte con ella, sobor- 
nando á cualquiera de los guardianes para que la 
entregue una carta. ] 
—Te comprendo;—la interrumpió David. 
—Ten paciencia, que aún no he terminado. 
Decías antes que era fácil la evasión de un preso; 
y ahora vas á demostrármelo prácticamente faci- 
litando la evasión de Isabel. 
Te advierto que es ol cándida, y creerá cuanto 
la digas. | 
En último resultado, si ella se resiste 3 seguirte, 
la dices que te envía Rivera á salvarla. 
Una vez que la tengas en tu poder, sin pérdida 
de momento regresas con ella á Madrid. 
¡Lo demás corre de mi cuenta! —terminó Greor- 
gina con entonación de reconcentrada ira. 
—No te gO0CesS dc antemano en tu venganza, 
pues pudiera ocurrirnos algún fracaso imprevisto; 
—objetó David. 
—¡Muy pesimista estás! 
¿Qué nuevas dificultades pueden presentarse? 
—Que al tener conocimiento de la fuga nos per- 
siga la justicia, y un coche no es fácil se sustraiga 
de la vigilancia de sus agentes. 
    
 
	        
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