Full text: Tomo 2 (002)

  
    
LA CIEGA DEL MANZANARES. 701 
—5í, Adela; 4 cumplir con mi obligación. 
—Anoche le esperé en vano.. 
—Me fué imposible subir; si estaba ¡usted des- 
pierta, ya oiría que mi-madre tuvo visita, 
En efecto... ¿y ahora? 
—Duerme. 
—Tenemos que hablar. 
—Diga usted: estoy á sus órdenes. 
—En este,momento es imposible... puede des- 
pertar ó venir su hermano. L Sh 
— ¡Es cierto!... ¡siempre buscando las ocasiones 
para una cosa tan sencilla é inocente!... ¡siempre 
huyendo de todos!... no haríamos más si concertá- 
ramos un crimen. | 
— ¡Sí tal!... es preciso que esto concluya. 
Casimiro suspiró, como si oyera hablar de un 
imposible. 
—¿Podrá usted venir esta tarde cuando esté yo 
sola? —preguntó la joven. 
—Puedo; disponga usted de mí. 
—Pero seme olvidaba que yo quedo aquí ence- 
rrada. Esa mujer se lleva la llave. 
—No importa: yo tengo medios de entrar. 
—¿De veras? 
—Me he agenciado otra llave desde que está us- 
ted aquí, sin que mi madre lo sepa, en la previ- 
sión de que pudiera serme necesaria. 
—¡Oh! ¡cuánto lo celebro! 
—Vendré cuando usted me indique. 
—Entonces... á las tres. 
  
  
  
 
	        
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