LA CIEGA: DEL MANZANARES. 7107
unida ad horno, y. que éste no funcionaba todos los
días. |
Nadie la hubiera oído.
Además, era. muy arriesgado acertarse á cuúal-
quier casa del Barranco, aunque gritasen dentro.
Sólola autoridad se atrevía á. hacerlo.
¿Cuánto tiempo faltaría para las tres?
Según su:cálculo, mny poco.
La vieja se levantó á las once.
Mientras que se entretuvo con el guiso y comie-
rOn, y anduvo dando una vuelta por la: casa, pa-
sarían muy bien tres horas.
Debían ser las dos.
Casimiro acudiría pronto.
Acaso estaba, espiando la salida de su madre, y
no esperaría hora exacta de la cita.
Así fué, en efecto.
Hacía poco más de diez minutos que acababa de
salir la vieja, cuando Adela, que estaba con el oí-
do atento, sintió que introducían la llave en la ce-
rradura.
¿Y si era León?
Pronto salió de aquella ansiedad. |
El que entraba volvió á cerrar la puerta con
llave. | |
A poco sintió una voz querida, que decía desde
abajo: | >
_—Señorita Adela, soy yo... no hay que asus-
tarse. 5 al, |
-—¡Casimiro! —exclamó la joven con alegría.