CAPITULO VI
A
Una confidencia.,
Cuando los dos amigos volvieron á recobrar la:
calma y ocuparon de nuevo sus asientos, Landa- .
-buru dijo:
-—Era para mí más que una hermana, una ma-
dre, un ángel á quien rendía fervoroso culto y el
- más absoluto cariño y veneración.
A su lado había crecido: le debía las mayores
deferencias, muestras inequívocas de cariño y de
adoración; pero no era el amor apasionado y vio-
lento el que sentía en mi alma hacia élla; la dife-
rencia de edad y el trato entre nosotros estableci-
do desde muy niños, impedíanme dar en mi pecho.
cabida á una de esas pasiones.
“Emilia era para mí, ya te digo, una amiga, una
hermana á quien adoraba y respetaba.
Tenía élla una hermana llamada Juana, á la cual
siempre miré con prevención, sin que,pudiera ex-
x £ 5% ¿
a A