CAPITULO LXHwI
(EXA
Una familia que mata.
La Tuerta llegaba siempre precedida de algún
ruido, (
Ó cantaba, ó reñía, aunque fuera con su sombra.
Á la sazón esiropeaba, canturreando, una can-
. ción popular.
—¡Adela!—gritó, asomándoso á la escalera
La joven se hizo la Cor no quería conversa-
ción con su tirano. |
— ¡Adela! —repitió. —Nada; ese escuerzo no pien-
sa más que en comer como un sabañón, y en dor-
mir como una marmota. ¡Buena vida, si dura!
¡Verás mañana cómo te se cura el catarro en Da
calle!...
En la puerta de la calle que había quedado en-
tornada, alguien llamaba con los nudillos, á falta
de aldabón. E
—¡Adelante, Quirica! —dijo la Tuerta, creyendo