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á saber qué ha sido de ella!.. . desapareció entre:
aquel tumulto sin saber por dónde... A
- La verdad es que esto está tranquilo... se cono- ¿
“ce que por aquí no ha llegado la alarma... ¡Vaya 4
unos tiempos que hemos alcanzado!...
LA CIEGA DEL MANZANARES.
¡Ay!... la pobre doña Gumersinda tampoco sa-:
bía lo que era de su persona, ni si estaba en Ma-
drid, ó se había trasladado á la capital del Celeste:
Imperio. |
Para ella, lo esencial era huir de la calle de Enm-
- bajadores.
¿Pero por qué se armó aquel alboroto? | 4
Lo ignoraba. ! | |
Aunque no podía suponer que fué porque su u pe-
rro persiguió á un gato.
¡Su perro!
- ¿Qué había sido de él?
Creía haberle visto salir de aquella infame casa,
a más que no se atreviera á asegurarlo.
_Lo cierto era que iba sin él.
CY todo, ¿por qué?
o Por la mala costumbre de construir los tragalu-
ke ces de las cuevas hacia la calle. |
¿Por qué no los abrían al patio? | A:
yo hubiera sido alcalde-presidente del Ayun- Ñ
tamiento, ya lo arreglara ella de otro modo. -
Pero su sexo la incapacitaba para pretender ni.
| dl el pago de concejal.