766 LA CIEGA DEL MANZANARES.
—¡Conque todo se ha perdido!... ¡Es claro!
¡Cuando el Regente tuvo que esconderse en una
cueva!...
—Creo que era de una salchichería...
— La primera que le deparó el destino.
—i¡No salgas, Roque!...
—¿Ha triunfado el partido clerical?
—¡Los pobrecitos milicianos vais á ser pasados
á cuchillo!
— ¡Qué horror!
El portero empezó á desnudarse tan procesos
mente como se había vestido.
-— Entre tanto, decía temblando á su mujer:
—Mira, esta noche esconderemos el fusil arriba
entre las tejas.
—Mejor es dejarle ahí en la bolisacta del Esco-
rial... pudieran registrar.
-—En cuanto al uniforme, le echaremos al pozo...
—¡Qué lástima!... Habíamos gastado en él quin-
ce duros... )
¡Otros quince daría yo por no haber sido mi-
liciano!
—8e quitan las e CrIOOba y se lleva al tinte;
así podrán sacarse de él una chaqueta.
—;¡Pero si registran!...
- —¡En esto paran siempre estas bromas!: ... El po-
- bre es el que pierde. | j €
- Doña Gumersinda, monologando como si catas
viera sola, proseguía:
- —Es verdad E era y sucio... tenía hecha.