800 LA CIEGA DEL MANZANARES,
y se estableció en aquel sitio con unos cuartos que
aportó su mujer al casamiento. |
Fray Melitón, acordándose de que antes, por
_Inotivos particulares, le apellidaba el merodeador,
guiñó el ojo izquierdo, diciendo para su sotana:
Siete turco, é non vi credo.
Pero no era cosa de disputar porque Rana se hu-
biese establecido con recursos propios ó ajenos.
Lo principal era que prosperase.
Desde aquel día el robusto pater se afeitaba en
casa de Cesáreo tres veces por semana, y cuando
llegaba la ocasión se cortaba el pelo y los callos.
Echaban á solas largos párrafos, diciendo pestes
de los liberales, y hablando de sus gloriosas cam-
pañas, y aun algunas tardes de los días festivos
iban juntos á paseo, y á la vuelta tomaban una jí-
cara de soconusco y un vaso de leche en el café
de Pombo. |
Los carlistas de la primera guerra civil eran
muy aficionados al chocolate.
El triunfo de la causa que defendían hubiera ho:
cho prosperar la elaboración.
Todo marchaba á las mil maravillas entre aque-
llos dos carcundas, hasta que fray Melitón supo un
día, por un parroquiano de la casa, que Cesáreo
Rana afeitaba á muchos liberales.
Esto le disgustó, como era natural; porque los
la liberales debían tener barberos de sus ideas, y si
nO, que se dejasen la barba.